domingo, 30 de enero de 2011

La cantina, el alma del mexicano

En las cantinas no se pide una copa, ni tampoco se ordena un tequila, se echa un trago o se pide un derecho. En estos bares de aspecto español, el lenguaje cantinero tiene sus propias e inherentes reglas, que son el alma de México. Lo más destacado es que en un país de grandes contrastes como es México, las fronteras aquí desaparezcan.
"En las cantinas las clases sociales no existen por una horas. Desde un Jefe de Estado a artistas y obreros, todos juntos brindan y se divierten. Son lugares donde se va a beber, comer y romper el hielo. A todos nos gusta estar aquí", comenta un cantinero. Canciones, poemas, relatos, novelas, películas. Es prácticamente inexistente un solo ejemplo artístico que no describa al mexicano sin esos momentos donde la tristeza y el desgarro, se mezclan con la alegría y la amistad en una cantina.
El concepto de cantina llega al país azteca a raíz del conflicto bélico que enfrentó a México y los Estados Unidos entre 1846 y 1848, en la pugna por el territorio de Texas. Los soldados estadounidenses demandaban lugares donde consumir alcohol y sólo existían lugares para estar de pie. La creación de las cantinas, un espacio exclusivo para los hombres donde comer y beber alrededor de una mesa, fue algo realmente novedoso.
Hasta el año 1982 las cantinas eran territorios acotados para los hombres y cuando las mujeres comenzaron a frecuentar estos lugares de bebedores, muchos clientes habituales dejaron de ir. Era frecuente que se pusieran letreros de prohibido el paso a mujeres.
En las cantinas los señores podían llorar y dar rienda suelta a sus sentimientos, sin la atenta mirada de sus esposas, comportándose como querían, no como se suponía que debían comportarse. "Para el mexicano es un desahogo fundamental, porque aquí viene el que quiere reír y el que quiere llorar. Llegan enojados y se van contentos" , el que habla es Ramón Pérez, lleva treinta años al frente de la cantina, "Puerta del Sol", cerca del Zócalo.
Aunque sus hijos han optado por caminos profesionales alejados del negocio familiar, para él la vida cantinera tiene una gran importancia en la sociedad mexicana. "Mucha gente cerró el mejor negocio de tu vida, o conoció al padrino de sus hijos o se enamoró de quién se convertiría en su esposa. Aquí podrás llegar solo pero volverás con muchos amigos".
La cantina "Tío Pepe" pertenece a la gran época de esplendor económico mexicana, el Porfiriato. Este elegante establecimiento contaba con un avance tecnológico para su época que aún conserva, el timbre para llamar al mesero (camarero). Aurelio Martínez, lleva cincuenta años trabajando en este lugar, una de las más frecuentadas actualmente.
"Las cantinas son un patrimonio histórico para los mexicanos. Estos lugares están llenos de símbolos y eso es lo que le hace especial y diferencia las cantinas de otros bares, además nos habla de un momento social, político e histórico importante, que las nuevas generaciones deberían conocer".
Quién no lo conozca a fondo y quién presuma de hacerlo a la perfección, el Centro Histórico de la Ciudad de México es en un laberinto del que es difícil escapar. Por varias razones.
Por su amplitud, que equivale a una pequeña gran ciudad en cualquier otra parte del mundo. Por su belleza que atrapa al que pasea curioso entre los rincones plagados de historias y leyendas. El pasado y la nostalgia se cuela en estos decadentes bares-restaurantes de la parte histórica del DF, y piden a gritos una nueva oportunidad de tener una segunda edad de oro, aunque parece que esta no llegara.
"Su frecuencia ha disminuido porque los jóvenes no lo frecuentan y se están convirtiendo en lugares huraños y aislados". David Sánchez es el propietario de "Recorre y Descubre", una de las empresas de rutas turísticas más solicitadas, quién ha acompañado a elmundo.es a conocer las cantinas más emblemáticas de la ciudad. "Muchas están cerrando, es una realidad de la que no podemos escapar"
"Las cantinas tuvieron su época dorada en los 50, y ahora se encuentran en un proceso de desaparición total. En el centro histórico había más de 150 cantinas y ahora hay alrededor de 35".

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